Consiste en conseguir que las abejas, además de productoras de miel y polinizadoras, puedan utilizarse para el control de plagas de insectos y manejo de enfermedades mediante el esparcimiento de agentes de control microbiológico mientras realizan su trabajo en las plantas.
El equipo de científicos hace pasar las abejas por una pasarela con pesticidas orgánicos a la salida de su colmena. El producto se adhiere a las patas y pelos de la abeja, y es en su actividad polinizadora cuando esparce hongos, virus y bacterias a los destinos previstos.
¿Ventajas? Reducción de la cantidad de fitosanitarios a utilizar, ahorro de mano de obra, sustitución de sprays por productos biológicos y el tratamiento puede realizarse de forma más localizada.
Este método puede reducir la presencia de enfermedades en un 80%
El gobierno canadiense ha dado el visto bueno al desarrollo del mismo.
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